miércoles, 24 de febrero de 2016

BASES FILOSÓFICAS PEDAGÓGICAS DE LA UNES



La propuesta educativa que se gesta en la UNES asume lo mejor de las corrientes pedagógicas que han marcado el pensamiento emancipador latinoamericano, desde Bolívar y la perspectiva robinsoniana de Simón Rodríguez, hasta el pensamiento de Paulo Freire, pasando por Jesús Ribero. La Universidad concibe la educación como un derecho humano y un deber social de toda persona, sin discriminación alguna, que el Estado debe garantizar de forma gratuita y obligatoria para toda la población, en especial para los sectores más vulnerables; de allí su sentido de equidad. En UNES la educación asume como función primordial la de fomentar y orientar la formación del nuevo ciudadano y ciudadana, republicanos y republicanas en un sentido de desarrollo pleno de su personalidad, del disfrute de una existencia digna, de la valoración de la ética del trabajo y con conciencia de participación ciudadana.

El modelo educativo UNES asume al socialismo como valor fundamental de su quehacer educativo, entendiéndolo como la continuación y profundización del principio constitucional de democracia participativa y protagónica. Se asume como un derecho, un proceso y un modelo en construcción, que apunta a establecer interrelaciones justas entre los seres humanos, que favorezcan su desarrollo integral mediante su protagonismo y la construcción del poder popular. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el Proyecto Nacional Simón Bolívar constituyen el punto de partida para la acción y el fortalecimiento de las capacidades de los sujetos para participar en los asuntos públicos; conlleva una praxis deliberativa y crítica para la participación permanente y profunda, amplia y organizada, en torno a todo lo que, por hecho y derecho, le pertenece al pueblo en los órdenes social, político, cultural, territorial, ético, económico y productivo. En este sentido, el socialismo del siglo XXI es democracia social, democracia económica y democracia cultural; entendido como política es participativa y permanente.

En y para todos los procesos de construcción del poder popular, el socialismo es sustantivo y transversal. La idea del socialismo se conecta, desde la UNES y el desafío de la seguridad ciudadana, con la realización del autogobierno y la construcción de una nueva forma de Estado –el Estado Comunal–; se materializa en el impulso de vibrantes procesos de participación protagónica, organización popular y construcción de poder del pueblo que genere mecanismos de autoregulación y nuevas formas de relación Estado – sociedad.

En este contexto, la participación protagónica está orientada a ocupar y consolidar los espacios legítimos y formales de intercambio, comunicación y expresión de la ciudadanía con los órganos del Poder Público, para gobernar y compartir responsabilidades en la gestión pública. Para el sujeto popular, la participación protagónica se constituye en elemento fundamental para el ejercicio del poder en diferentes instancias, y a través de diversos mecanismos institucionales para la creación del autogobierno comunal. Por un lado, estos mecanismos institucionales y sociales deben tensar y superar la democracia procedimental propia de la sociedad capitalista. Por otro, en términos generales el socialismo como proceso debe cuestionar y diferenciarse de la esencia autoritaria de las relaciones de poder del capitalismo en lo económico, lo político, la pareja, lo generacional y el género, entre otros.

El trabajo que adelanta la UNES en los procesos de formación, de creación intelectual y vinculación social se inspiran en las siguientes bases y principios filosóficos y político-pedagógicos:

La UNES asume radicalmente la dimensión política de la educación, la creación intelectual y la vinculación social y, por ello, reivindica el rol político de los discentes y trabajadores académicos en general, así como de todo actor social comprometido en un proceso educativo. Este rol político se concibe como la negación de la posibilidad de lecturas neutras del mundo y la decisión, elección e intervención consciente y combatiente en el mundo, para transformar todo aquello que niega la dignidad humana. Para ello, la práctica y el discurso educativo en UNES debe “establecer una dialéctica entre la denuncia de la situación deshumanizante y el anuncio de su superación, que es, en el fondo, nuestro sueño”.

La permanente democratización del poder político, económico, de producción cultural, de incidencia y definición de las políticas públicas es la apuesta del modelo venezolano del socialismo. El presidente Chávez ha señalado que “nuestra línea estratégica es la igualdad… [esa línea] debe servir de referencia a todo lo que hagamos... ¿Cómo eliminar la pobreza?: dándole poder a los pobres. Esa es una consigna estratégica que debe dominar todo plan, toda acción de todos nosotros en cada ente, en cada ámbito, en cada espacio”. Por convicción, la UNES asume esta línea, considerando que la formación que propone es un proceso de construcción con los sectores populares, no solamente para contribuir a reducir la violencia y mejorar la convivencia conjuntamente con los funcionarios encargados de cumplir y hacer cumplir la ley, sino lograr esto a través del fortalecimiento del protagonismo y el poder popular.

La filosofía que sustenta el modelo educativo UNES parte de una visión del ser humano como sujeto político inacabado y, por ende, la educación es a lo largo de toda la vida. El ser humano jamás deja de educarse, porque nunca deja de preguntarse, nunca deja de encontrar nuevas respuestas, nunca deja de rastrear ni de asombrarse frente a la novedad que le interpela. Así, siempre está aprendiendo y no necesariamente en ambientes escolarizados sino en el barrio, la ciudad, la nación, los grupos a los que pertenece, las fiestas, los rituales, las prácticas culturales, los partidos políticos, las relaciones que sostiene, los libros con los que se tropieza y decide leer o en su práctica social o política.

Sería impensable que un ser así –programado para aprender– inacabado pero consciente de su inacabamiento y por eso mismo en permanente búsqueda, indagador, curioso de su entorno y de sí mismo en y con el mundo y los demás; y por histórico, preocupado siempre por el mañana, no se hallase, como condición necesaria para estar siendo, inserto, ingenua o críticamente, en un incesante proceso de formación (Freire, 1996).

Todas las personas, en todas las etapas de su vida, están aprendiendo. Ya Paulo Freire (1996) lo decía: “no es posible ser humano sin hallarse implicado, de alguna manera, en alguna práctica educativa”. Entendemos que el ser humano es un aprendiz permanente, porque es esencialmente un sujeto inconcluso y, desde su inconclusión, se aproxima a los conocimientos que, habiendo construido, se reinstituyen o se deconstruyen a partir de su experiencia vital, para asirse de otros que le permiten resignificar la vida cotidiana, los conceptos, las prácticas y el sí mismo.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social son prácticas de leer el mundo para cambiarlo. La gente no llega a los procesos educativos como tabula rasa, con mente vacía. Todo lo contrario, llega con una historia personal, social e institucional desde la cual resignifica todos los aprendizajes previos y construye los nuevos conocimientos. Por eso, hemos entendido que la educación es el proceso mediante el cual los sujetos comienzan a leer su propio mundo, de modo tal que esa percepción ingenua con la que se suele entender el mundo como lo dado, y no como lo que está dándose continuamente, comience a ser sustituida por una mirada crítica, que formula preguntas develadoras, interpelaciones que movilizan nuevas formas de comprender la vida y los contextos que parecen pero no son inexorables.

Leer el mundo es un proceso de decodificación de los símbolos, de los discursos que circulan de forma dominante y de las representaciones sociales que están históricamente instaladas, de modo que se pueda re-escribir o codificar una nueva historia desde la certeza que da saber que los cambios, aun siendo difíciles, son realmente posibles.

Me gusta ser persona porque cambiar el mundo es tan difícil como posible. La relación entre la dificultad y la posibilidad de cambiar el mundo suscita la cuestión de la importancia del papel de la conciencia en la historia, la cuestión de la decisión, de la opción, la cuestión de la ética y de la educación y de sus límites” (Freire 2001).
Leer el mundo es atreverse a examinar eso que nos pasa a diario, por eso no se trata de un análisis en abstracto, con categorías genéricas, sino que se hace a partir de la vivencia de todos los días, los pensamientos propios, las relaciones, las estructuras, las creencias, los mitos, lo que se nos presenta como sentido común pero que oculta esencias.

Como institución universitaria que nace y acompaña el proceso de cambios sociales, económicos, políticos y culturales que llamamos Revolución Bolivariana, la UNES asume responsablemente la intervención social transformadora. Para ser consecuente con la misión de la UNES, “formar para transformar garantizando el derecho a la seguridad”, desde una perspectiva filosófica –que se conecta con el enfoque educativo UNES– se asume la necesidad de construir campos de conocimientos. Estos se entienden como áreas de estudio de problemas de abordaje inter y transdisciplinario, asociados con los temas de la seguridad; ámbitos de problematizaciones –no autoreferenciales– en permanente transformación, amplios, flexibles, abiertos y relacionales; educar a partir de problemas sociales concretos mientras se aprehende su complejidad, multidimensionalidad y situación relacional.

Constituyen terreno fértil para la generación de comunidades de pensamiento y reflexión los campos de conocimientos que se orientan a trascender las limitaciones artificiales de las disciplinas y apuntan a una ruptura con el lugar desde donde tradicionalmente se realizaba la formación, la creación intelectual y la vinculación social de las instituciones universitarias.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social son activadores del poder protagónico del pueblo. El ejercicio del poder no es más que la capacidad que tenemos los hombres y las mujeres de actuar para influir sobre las acciones y decisiones de los otros. Por ello, el poder no es esencialmente el ejercicio de la prohibición, es un ejercicio de la seducción, la inducción, sugestión, negociación. Estas relaciones aparecen en todos y cada uno de los ámbitos en los cuales nos movemos, de modo que se naturalizan, y esas formas cotidianas, en las que no fijamos nuestra mirada, forman parte de una técnica específica del poder, son parte constitutiva del instrumental del cual el poder echa mano para llevar a cabo, con éxito, su ejercicio.

El concepto de poder cambia substancialmente y se transforma en un poder que despierta poderes. Por ello, el poder circula, tiene carácter provisorio, reclama constantemente participación activa. La educación popular tiene entre sus propósitos fundamentales promover experiencias que sirvan para que los sujetos sociales descubran que el poder no lo ostenta un individuo ni un grupo de individuos, sino que todos tenemos poder y que, su ejercicio tozudo, concertado, crítico y ético puede cambiar las condiciones materiales y políticas del contexto que viola los derechos humanos y nos enajena.

Es intención de la UNES organizar experiencias educativas que estimulen a los sujetos para que asuman el ejercicio del poder desde la participación crítica en los asuntos públicos; la deliberación colectiva en torno a los problemas comunes que más nos aquejan, como la seguridad, la salud, la educación, los servicios públicos, la tierra, la justicia; la posibilidad de influir en las políticas de Estado y controlar su ejecución y gestión presupuestaria.

El desarrollo del pensamiento crítico es un elemento fundacional del modelo educativo, de creación intelectual y vinculación social que propugna la UNES. Nos remite al cuestionamiento de lo dado, de la realidad impuesta; se propone visualizar distintas formas de poder y dominación, no sólo de “clase”, sino más allá de ella: el género, lo etario, la raza, entre otros, como formas de opresión. Una de las tareas primordiales que promueve la educación en la UNES es el rigor metódico en el acercamiento al conocimiento, a través de la intervención en el mundo. Para lograrlo se precisa de un ejercicio constante y sistemático de análisis del mundo, el entorno, la propia realidad, superando las barreras de la “culpa ideológica” que nos imponen las clases dominantes para condicionarnos a aceptar la realidad como algo dado que no podemos transformar sino aceptar. Para ello se fortalece en la práctica educativa de la UNES la reflexión – acción y la investigación, elementos entendidos como un todo indisoluble en el desarrollo de la curiosidad epistemológica, a partir de la cual se crean las opciones que permiten ver esa realidad que queremos transformar con otra óptica e incidir en ella para cambiarla.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social se hace desde un pensamiento glocalizado. Un mundo globalizado a pasos acelerados convoca al reconocimiento de la diversidad que nos nutre como género humano, superando las barreras de la superstición, el prejuicio y los anacronismos chauvinistas, sin que ello signifique la pérdida de las identidades propias, construidas como acervo cultural de nuestros pueblos desde las vivencias locales. La glocalidad, entendida como forma de resistencia social ante la globalización de corte neoliberal que nos impusieron con fuerza, es una invitación a vernos en la dialéctica de lo cercano (local) y lo lejano (global), sin que esa tensión degenere en minusvaloración de uno u otro componente de la relación. En términos educativos, asumir la glocalidad implica para la UNES entender la lógica de la formación, tomando en cuenta los grandes debates y procesos que se gestan a nivel regional o mundial en el campo de la seguridad, las búsquedas de soluciones a los problemas que en esta área afectan al género humano (las diversas formas de la violencia, el crecimiento del delito transnacional, las redes informáticas como vía para la acción criminal, la permeabilidad de las fronteras de los Estados Nación para el contrabando en sus diversas formas, entre otras problemáticas) y la posibilidad de enriquecernos en el intercambio de saberes con actores que debaten y construyen, en sintonía, sobre los mismos problemas y necesidades que, en nuestro contexto, nos afectan a nivel local.

La UNES asume la integralidad en las prácticas educativas, de creación intelectual y vinculación social, entendiendo que la persona se constituye desde cinco dimensiones (corporal, emocional, intelectual, social y trascendental) que interactúan en un continuo de relaciones y que hacen a la misma persona. Cada una de ellas afecta y es afectada por las otras dimensiones. La lógica de la práctica educativa debe atender a esta multiplicidad, desde la cual las y los discentes se vinculan, construyen relaciones y se insertan en el mundo. Esta perspectiva formativa se vincula neuralmente con la propuesta integradora de los saberes que propone la UNESCO, a saber: aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a convivir con los demás (UNESCO 1996). En UNES agregamos aprender a pensar y problematizar para intervenir las situaciones que atentan contra la dignidad humana.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social tienen su asidero conceptual en el diálogo, porque partimos de la premisa freiriana “el conocimiento no se transfiere, se crea mediante la acción sobre la realidad” (1996-3). El diálogo no lo hemos entendido como una técnica, sino como táctica eminentemente ética y epistemológica, cognoscitiva y política, como un proceso de rigor, en el cual existe la posibilidad real de construir el conocimiento, aceptar al diferente y asumir la radicalidad en el acto de amar. El diálogo es más que un método, es una postura frente al proceso de aprender-enseñar y frente a los sujetos: “unos enseñan, y al hacerlo aprenden y otros aprenden, y al hacerlo enseñan” (Freire, 1993).

Asumimos con Paulo Freire que el diálogo es un proyecto de encuentros en el que nadie educa a nadie, todos nos educamos entre sí, mediatizados por el mundo propio y con posibilidad de producir acuerdos argumentados, entablar negociaciones, formular propuestas y solucionar conflictos (1998). El diálogo no existe fuera de una relación. Por ello, el proceso que se da en el diálogo de reflexión común, de pensarse, explicarse, verse, leer el mundo y proyectarse es, sin duda, relacional. El diálogo como encuentro entre hombres y mujeres para la tarea común de saber y actuar (Freire, 1998). En UNES entendemos que el ser humano no puede pensar (se) solo, sin los otros y otras y, en ese sentido, existe un “pensamos” que antecede al “pienso”, y por ello cualquier acción educativa centrada en el diálogo es contundentemente relacional (Freire, 1996), cuya implicación, en este caso, está unida con la acción conjunta y solidaria que apunta a la transformación del orden establecido que, lejos de dignificar, atropella y atenta contra la humanidad. Entonces, la premisa es dialogamos para vivir viviendo y transformando el entorno.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social es transdisciplinaria. El concepto de transdisciplinariedad hace referencia a aquello que se manifiesta en un mismo estadio entre diversas disciplinas, a través de ellas e incluso más allá de cada disciplina individual. La transdisciplinariedad nos permite lograr una mejor y mayor comprensión del mundo en que nos desenvolvemos y generar una concepción global del conocimiento. Psicología, sociología, policiología, criminología, pedagogía, antropología, entre otras disciplinas, van tendiendo puentes entre ellas y enlazándose en distintos niveles de complejidad, para dar respuesta efectiva a las problemáticas de seguridad que deben abordar.

La transdisciplinariedad tiene por objetivo la comprensión del mundo actual, que no puede alcanzarse en el entramado de los estudios disciplinares. El enfoque educativo que asume la UNES apunta a superar la fragmentación de los saberes. La transdisciplinariedad juega un rol clave para la comprensión de la complejidad de los temas de seguridad y su relación con la mejor calidad de vida de la población, así como en la interrelación de los factores sociales, políticos, económicos y culturales que se relación con esta comprensión supra disciplinar del tema de la seguridad.

En UNES se asume la educación, la creación intelectual y la vinculación social desde un enfoque de género. Para el modelo educativo que impulsa la UNES, el respeto a la diversidad de hombres y mujeres, en su condición de seres humanos iguales en dignidad y derechos es fundamental. Por esta razón, las prácticas educativas deben apuntalar ese reconocimiento a la diversidad e igualdad en que convergen ambos seres, eliminando toda práctica que, sobre la base de postulados sexistas o discriminatorios, afecten el igual desarrollo de los procesos educativos por parte de educadores y educadoras, discentes o cualquier otra práctica social que desde la universidad se genere. Para el código ético UNES, cualquier persona que asuma una postura sexista, machista, clasista, racista o de cualquier otra índole, se constituye en un transgresor o transgresora de la naturaleza humana. Tal como lo plantea Paulo Freire (2009): “cualquier discriminación es inmoral y luchar contra ella es un deber, por más que se reconozca la fuerza de los condicionamientos que hay que enfrentar”.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social tiene un enfoque de derechos. Los derechos humanos son considerados como el resultado de luchas históricas por la protección de la dignidad humana y las luchas mismas por el modo de entender esta dignidad y modificar las relaciones de poder que la oprimen o excluyen. En este sentido, para la UNES el enfoque de derechos humanos se constituye en el pilar axiológico sobre el cual se construye todo el proyecto de país que estamos creando en Venezuela y es, a la vez, el referente ético universalmente aceptado para medir los avances o retrocesos hacia una condición de mayor felicidad, dignidad y justo desarrollo para los pueblos. En la Venezuela bolivariana los derechos humanos son la base del modelo constitucional y están plenamente reconocidos como objetivos y fines de la educación. Así lo reconoce nuestra Ley Orgánica de Educación,13 al sostener que uno de los fines primordiales de los procesos educativos es “Fomentar el respeto a la dignidad de las personas y la formación transversalizada por valores éticos de tolerancia, justicia, solidaridad, paz, respeto a los derechos humanos y la no discriminación.”

Por otra parte, el derecho a la seguridad ciudadana está garantizado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, Artc. 55) e implica "...la protección por parte del Estado a través de los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes". Pero, dado que la seguridad necesita un conjunto de otros derechos –amén de la protección por los organismos de seguridad– que reduzcan las vulnerabilidades y empoderen a la población más afectada por la violencia y la inseguridad, este derecho debe interpretarse como articulado con el resto de los derechos humanos garantizados en la CRBV y los tratados internacionales de derechos humanos. Es por ello que lo entendemos, también, como seguridad de los derechos, desde un enfoque holístico en función de la protección de la dignidad de las personas y los pueblos, sin discriminación.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social apuntan a la idea de una sociedad ecosocialista. La educación como proceso transformador y humanizador no puede concebirse sin una profunda comprensión del ambiente como construcción cultural del ser humano. El ambiente expresa una unidad que no puede ser reducida a lo “humano” y lo “natural” de manera fracturada. Desde esta perspectiva es que entendemos la vinculación con la realidad ambiental en que nos desenvolvemos, esa “inserción en el mundo” que define la acción política como un hecho educativo. Por ello, las problemáticas ambientales que afectan la glocalidad, producto de la actividad humana desmedida en la búsqueda de satisfacer necesidades reales o inducidas, producen una serie de cuestionamientos éticos que nos convocan a la reflexión sobre qué tipo de seres humanos pretendemos ser, cuál es la forma de vida que aspiramos para nosotros y nosotras y para las generaciones futuras, cuál es nuestro lugar en la naturaleza y en qué tipo de mundo aspiramos desarrollarnos. Todo esto desde una crítica fundada y radical del modelo de desarrollo imperante en el mundo, producto del capitalismo expoliador, que impulsa al consumismo inacabado de las riquezas del planeta y promueve irracionalmente la reproducción del modelo de consumo de los países ricos en los demás países del mundo, sin atender a la incuestionable limitación material del planeta para mantener ese ritmo de consumo y degradación de la naturaleza que producen los seres humanos, lo que afecta su hábitat, con toda la carga de cuestionamiento ético que ello implica.

Esa perspectiva ecológica y ambiental debe tocar medularmente la propuesta formativa que brinda la UNES, toda vez que la seguridad de las personas se vincula directamente con las condiciones adecuadas de vida para la especie humana y para todas las demás especies que habitan el planeta. Problemáticas tales como la contaminación de las cuencas (que afecta el acceso al agua potable); la pérdida de reservorios naturales (que afecta la sostenibilidad ambiental y provoca catástrofes naturales como deslaves, migraciones de especies peligrosas para la salud humana, etc.); y la destrucción de los suelos, que afecta la seguridad alimentaria, son ejemplos concretos de la dimensión que toma este tema frente a la garantía de la seguridad de la población. Así mismo, la sociedad venezolana –sobre la condición de ser Venezuela un país diverso, amazónico, andino y caribeño, en permanente tensión y contradicción por su condición petrolera– tiene en términos simbólicos un bagaje de códigos y referentes que acompañan el potencial de problematización ecológica y un sendero para la afirmación de una ética del cuido.

El modelo educativo, de creación intelectual y vinculación social de UNES pone énfasis en la dimensión ética universal. La ética es una disposición racional apropiada para la acción y la argumentación en tanto es un saber práctico. La ética universal es la capacidad responsable de los seres humanos de tomar decisiones sobre el proyecto moral con los afectados y jamás de espaldas a las identidades y los intereses de los pueblos, de modo que sea incluyente, en una suerte de pluralismo moral que facilite el diálogo en sociedades diversas y pluriculturales como la nuestra, donde caben diferentes concepciones de la vida, sin menoscabar unos principios mínimos de justicia: la libertad, entendida como la capacidad de decidir por sí mismos desde un ejercicio reflexivo y de participar de la vida política de las propias comunidades; la igualdad de condiciones para desarrollar una vida digna; la solidaridad, entendida como una acción para apoyar a los más vulnerables de la sociedad; la tolerancia, entendida como la capacidad de aceptar, comprender y convivir con la diferencia; el diálogo, como la mejor manera de resolver los problemas que supone la convivencia plural.

La ética universal debe estar presente en todo proceso de formación, tanto en el discurso como en la práctica – testimonio, tomando distancia de la “ética” acomodaticia constituida por el sistema explotador para favorecer los intereses del mercado y justificar la visión utilitarista de las clases acomodadas. En este sentido, UNES favorece la formación de sujetos de derechos que asuman un marco axiológico en el cual la honestidad, el respeto, el reconocimiento de la dignidad humana, el rechazo al burocratismo, la extirpación del clientelismo y el cuestionamiento permanente y crítico a la ineficiencia e ineficacia son valores prioritarios que deben internalizarse. De ahí que la lógica tradicional del “funcionariado público” está llamada a desaparecer para dar lugar, desde esta nueva perspectiva ética y política, a la figura de los servidores públicos y servidoras públicas.

El llamado de la propuesta educativa UNES es a lograr la necesaria coherencia de vida en el discurso y el modelaje que exige el servicio al pueblo al que nos debemos, superando las prácticas y los vicios, que históricamente han marcado la institucionalidad pública en nuestras sociedades con democracias de baja intensidad e instituciones puestas al servicio del poder fáctico y no del poder popular. En ese sentido, asumimos los lineamientos que emanan del Plan Simón Bolívar, a propósito de la creación de una nueva ética socialista:

La construcción de un Estado ético, vale decir, de una nueva ética del hecho público. Un Estado de funcionarios honestos, eficientes que más que un altar de valores exhiban una conducta moral en sus condiciones de vida, en la relación con su pueblo y en la vocación de servicio que prestan a los demás. Un Estado del cual se sienta parte el ciudadano. El Estado está llamado a ser el espacio ético por excelencia… (Plan Nacional Simón Bolívar 2007).

miércoles, 17 de febrero de 2016

Educación Popular










La dialogicidad: Esencia de la educación como práctica de libertad.
El diálogo es un fenómeno humano por el cual se nos revela la palabra, de la que podemos decir que es el diálogo mismo. Por ello hay que buscar la palabra y sus elementos constitutivos. Descubrimos así que no hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo.

La palabra inauténtica no puede transformar la realidad, pues privada de su dimensión activa, se transforma en palabrería, en mero verbalismo, palabra alienada y alienante, de la que no hay que esperar la denuncia del mundo, pues no posee compromiso al no haber acción. Sin embargo, cuando la palabra hace exclusiva referencia a la acción, se convierte en activismo, minimiza la reflexión, niega la praxis verdadera e imposibilita el diálogo.

Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión. El diálogo implica un encuentro de los hombres para la transformación del mundo, por lo que se convierte en una exigencia existencial.

Y no podemos dejar de recordar que para Freire, la palabra tiene dos fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión. Ambas en relación dialéctica establecen la praxis del proceso transformador. La reflexión sin acción, se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es activismo. La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo.


Qué es la Dialéctica:
Se conoce como dialéctica a la técnica que intenta descubrir la verdad mediante la confrontación de argumentos contrarios entre sí. La palabra dialéctica es de origen griego “dialektiké”.

La dialéctica es el arte de persuadir, debatir, y razonar ideas diferentes. La dialéctica en un discurso consiste en la contraposición de una idea, entendida como tesis, y las contradicciones de las ideas debatidas son conocidas como antítesis, y de la unión de ambas surge la síntesis como una nueva resolución del tema.

La dialéctica también es conocida como una manera de filosofar, y su concepto fue debatido por años por diversos filósofos, como Sócrates, Platón, Aristóteles, Hegel, Marx, y otros. Sin embargo, fue Platón el pionero de la dialéctica al emplearla en sus diálogos, como método de llegar a la verdad.

No obstante, también la dialéctica puede ser vista en sentido peyorativo, por el uso exagerado de sutilezas.

El término dialéctico es usado en forma de adjetivo para identificar al individuo que profesa la dialéctica.

Dialéctica en filosofía
La dialéctica, como sistema filosófico, trata sobre el raciocinio y sus leyes, formas y modos de expresión. Como fue dicho anteriormente, Platón fue el primero en usar la dialéctica la cual señalo como técnica y método para responder algo, ya que a través de ella se puede llegar a la verdad.

Por su parte Hegel, toma la dialéctica como un proceso constante y continuo para llegar a la verdad, partiendo de un primer postulado (tesis), que luego será refutado (antítesis), para llegar a una nueva idea o resultado (síntesis), que llevara nuevamente a una tesis, y así sucesivamente siempre con la finalidad de buscar una respuesta certera al tema en debate.

Para Aristóteles, la dialéctica se identifica con un proceso racional, específicamente con la lógica que desarrolla en el individuo la habilidad para argumentar, siendo aceptado por la mayoría. En este sentido, Kant apoyo la teoría de Aristóteles, quien consideraba a la dialéctica como una lógica de apariencias, basándose en principios subjetivos.

Materialismo dialéctico  
El materialismo dialéctico es obra de Marx y Friedrich Engels, que indica que la realidad es la materia en su carácter dinámico, en donde se produce diferentes procesos sociales y económicos que deben debatir entre la lucha de elementos contradictorios, y de ese refutar entre ideas se expresa el movimiento dialéctico.

El materialismo dialéctico, como ciencia filosófica, se diferencia del idealismo filosófico que señala el espíritu como el principio de la realidad.   

Dialéctica erística
En primer lugar, se debe de aclarar el término de erística para una mejor comprensión del tema. Como erística, se entiende a los tipos de argumentación que se emplea para terminar con éxito en una discusión o debate.

Para el filósofo Shopenhauer, a través de la lógica se llega a la verdad, y la erística deja a un lado la verdad objetiva, siendo más relevante el aspecto de la misma, ya que lo único importante es lograr la victoria, sin importar que los fundamentos sean ciertos o falsos.
Por otro lado, la dialéctica erística, es una expresión que describe a la obra no concluida de Shopenhauer, pero publicada en el año 1831 por su amigo el filósofo Julius Frauenstädt, conocida como “El arte de tener la razón” o “Como vencer un debate sin tener razón”, que señala 38 estrategias para ganar una discusión independientemente de tener la razón o no.